Todo ello, gracias a las peculiaridades del objetivo de 32 mm, capaz de refractar las fuentes luminosas sobre contrastes medios/oscuros, obtener colores saturados y brillantes y subexponer los lados de la imagen. Los efectos de estas distorsiones se potencian con marcas de combustión, luces superpuestas, borrones, mediante el uso de películas desgastadas por el paso del tiempo.

Según las 10 reglas de oro de su lema, la fotografía se puede sacar de pie o tumbado, sin mirar a través del objetivo, acercándose lo máximo posible al objeto para tener siempre nuevas perspectivas, intimar y conectar con lo que se fotografía. Así es cómo las imágenes consiguen transmitir la pasión, la emoción, la fugacidad de un momento concreto. Glamora reinterpreta estos códigos estilísticos, proponiendo evocaciones intensas y rememorando atmósferas de otros tiempos.